Historia
En 1547 el río que desembocaba por el noroeste en el Lago de Tacarigua (hoy, Lago de Valencia) fue visto por primera vez por el expedicionario Juan de Villegas y los demás hombres que comandaba cuando tomaron posesión de estas tierras.
Desde la antigüedad, las ciudades del lejano oriente y del viejo mundo, se fundaron en las proximidades de algún río. Esta costumbre se extendió al nuevo continente. De esta manera, fue fundada Nueva Valencia del Rey, próxima al Lago de Tacarigua, reservorio paradisíaco de flora, fauna y vida al ser descubierto por los conquistadores, bañada por un río generoso, en la mayoría de las casas y en las costumbres y corazones de sus moradores.
En 1814, el río tuvo gran importancia porque durante ese años, la ciudad fue situada dos veces por las fuerzas realistas. Estas fuerzas, contrarias a la independencia, tomaron el río que era el único sitio de abastecimiento de aguas. Una heroína valenciana, María Josefa Zabaleta y Gedler, se distinguió por arriesgar su vida, buscando agua del río para suministrarla a los patriotas.
En 1818, se termina el primer puente que atraviesa el río. Para 1848, se finalizaba la obra de un acueducto; a sorpresa de muchos, la quebrada llamada “La Represa”, originaria en Guataparo Arriba, era insuficiente para la población local de la época. En 1877 fue construido un nuevo acueducto llamado “Guzmán Blanco”. Se sumió al volumen de la anterior corriente, La Represa, el de la quebrada Luvara, originado también en Guataparo Arriba. En 1888 se le anexó, procedente del mismo lugar, el caudal denominado Cacaíto.
En 1979, el río Cabriales fue desviado por el Ministerio del Ambiente hacia el Lago de Valencia, lo que ha contribuido al aumento del nivel del mismo en unos 30 centímetros por año.
Geografia
El río Cabriales nace en la fila de la serranía de la costa, en el Parque Nacional San Esteban, al norte de Naguanagua, en el Pico Hilaria (a 1650 metros de altura) y entre los cerros Agua Linda y El Novillo. Se une al río Retobo, en el sector homónimo. Pasa, aproximadamente, de Norte a Sur, por la parte Centro-Oriental de la Ciudad de Valencia y descarga de forma natural en el Desparramadero El Paito al sur de la ciudad, desde donde las aguas se desbordaban hacia la cuenca del río Pao o salía encauzadas por el Caño Central hacia el Lago de Valencia.
Importancia
Actualmente el río Cabriales se manifiesta en la sociedad valenciana tan sólo como un lugar hidrográfico de la zona. Tiene relevancia para algunos científicos y ambientalistas, que tratan de solucionar, incentivar y concientizar al pueblo con respecto a la problemática del río.
Para sorpresa de muchos, anteriormente el río Cabriales importaba y tenía relevancia en la vida social de la ciudad, afirmándose que él constituía una especie de símbolo geográfico regional.
Durante los años de conquista y colonia de España, a las costas venezolanas y luego, cuando la guerra de Independencia, el río Cabriales formaba un punto de seguridad de los asaltos y de bucaneros. Era un lugar favorecido por su distanciamiento del mar, su basta extensión y su proximidad al Lago de Tacarigua.
De este río se surtían de agua los habitantes para sus necesidades domésticas y los agricultores y hacendados, para sus siembras y fincas. A él recurrían las mujeres humildes a lavar su ropa y todos los que quisieran arena, bañar bestias y pescar por placer o por el valor de sus proteínas. De su caudal percibían el sustento diario vendedores o acarreadores de agua.
También tuvo relevancia para los suicidas que hallaban en el río la liberación de sus penas y problemas. Hacia el atardecer de una fecha ya olvidada, conmovió e impactó a la ciudadanía el cuerpo inerte de Lady Zedhernán. El motivo de su suicidio lo explicaba el lujoso abanico que mantenía apretado entre sus manos, ilustrado con una acuarela japonesa, el cual le había enviado el Libertador, dentro de un estuche de ónix y junto con una carta, al día siguiente de haberla conocido en un baile el 4 de enero de 1827, visita que fue la última que él hizo a Venezuela.
Además de los suicidas, habían quienes mientras la muerte venía por ellas, llegaban hasta las zonas apartadas del río a desatar su llanto. Un ejemplo notorio de esta situación fue el caso de Enrique Linares Irigoyen, que duró muchas horas consagrado a la memoria de su hijo, al cual había perdido. Este contrajo la fiebre hemaútica que le destruyó en horas. Esta enfermedad fue la que segó la vida de su hijo y, más adelante la de su hija y la su propio padre.
Parques que los constituye
Parque Negra Hipólita
Parque Fernando Peñalver